Domando la lucha o la respuesta de vuelo

Comprender y tratar la respuesta al estrés agudo

Cuando nos enfrentamos con una situación que causa ansiedad o miedo extremo, nuestros cuerpos responderán con una manifestación repentina de síntomas fisiológicos que incluyen un corazón acelerado, músculos tensos, puños cerrados, dilatación de la pupila y respiración rápida y superficial.

Estas reacciones físicas son lo que llamamos la respuesta de lucha o huida (también conocida como respuesta de hiperexcitación o estrés agudo).

Aquí es cuando la percepción de una amenaza desencadena una cascada de cambios fisiológicos a medida que el cerebro activa la alarma en todo el sistema nervioso central.

Como resultado, las glándulas suprarrenales comenzarán a bombear hormonas, llamadas adrenalina y noradrenalina , que colocan al cuerpo en alerta máxima para enfrentar la amenaza ("luchar") o irse lo más rápido posible ("vuelo"). Estos cambios fisiológicos no son incidentales sino que cumplen funciones importantes específicas:

La respuesta de lucha o huida es reflexiva, lo que nos permite actuar antes de pensar (como pisar los frenos para evitar un accidente).

Cuando la lucha de la respuesta de vuelo es anormal

Si bien la respuesta de lucha o huida es un mecanismo de autodefensa vital, algunas personas tienen una respuesta demasiado sensible. Para estos individuos, las características fisiológicas ocurren con demasiada frecuencia o de manera inapropiada. Puede haber varias razones para esto:

No solo es agotador pasar tanto tiempo en estado de alerta máxima, sino que también puede ser físicamente dañino. Las consecuencias físicas del estrés agudo pueden incluir presión arterial alta, dolores de cabeza por migraña y la exacerbación de la fibromialgia, la gastritis crónica y los síntomas de la articulación temporomandibular (TMJ).

Tratamiento de lucha anormal o respuesta de vuelo

En aquellos con una respuesta anormal de lucha o huida, el tratamiento con mayor frecuencia implica asesoramiento y psicoterapia para identificar mejor las raíces psicológicas o psiquiátricas. En algunos casos, puede estar indicado el tratamiento farmacológico, especialmente si está relacionado con la ansiedad grave o el trastorno de estrés postraumático (TEPT) .

En otros casos, las técnicas de autoayuda pueden ayudar a aliviar los síntomas fisiológicos involuntarios asociados con la respuesta de lucha o huida. Una técnica de este tipo implica un ejercicio de respiración en tres partes que permite a una persona desacelerar voluntariamente la respiración, cuya acción también puede reducir tanto la frecuencia cardíaca como la respuesta a la adrenalina.

El ejercicio, que incorpora parte de la técnica de respiración de pranayama en yoga, implica seis pasos básicos:

  1. Encuentra un lugar tranquilo. Apague el teléfono y cierre las puertas y las cortinas.
  2. Siéntese en una silla con los dos pies en el suelo o recuéstese en el piso.
  3. Coloque su mano derecha sobre su estómago y su mano izquierda sobre su caja torácica para que pueda sentir físicamente su inhalación y exhalación.
  4. Comience a inhalar expandiendo el vientre hacia afuera, lo que le permite inflarse como un globo.
  5. A continuación, mueva su respiración en la caja torácica y todo el camino hacia el tórax superior.
  6. Exhale revocando esta acción, contrayendo sus músculos abdominales a medida que termina.

Puede practicar esto en intervalos de un minuto con el objetivo de aumentar gradualmente a cinco minutos.

La práctica no solo puede ayudar a aliviar los ataques agudos, sino que también puede usarse como un medio de "desestresarse" como parte de una rutina diaria.

Otras opciones de tratamiento sin receta incluyen valeriana y pasiflora (suplementos herbales comúnmente utilizados como relajantes no adictivos) y complejo B que puede ayudar a regular el estrés químico producido por el cerebro. También se recomienda evitar la cafeína, el alcohol y la nicotina.

> Fuente:

> Reynaud, E. y Guedj, E. "El trastorno de estrés agudo modifica la actividad cerebral de la amígdala y la corteza prefrontal". Neurociencia Cognitiva . 2015; 6 (1): 39-43.